
Es honesto, transparente y siempre va de frente conmigo. Reconoce el valor de mi trabajo y lo hace visible ante los demás, sin reservas ni matices. Es profesional, pero sobre todo, es humano, es considerado.
Trabajar a su lado es fácil, porque comparte generosamente su conocimiento y tiene en cuenta mis opiniones y sugerencias. Siempre me ofrece su respeto y confianza, así de grande es.
Si algo sale mal, asume los errores; no busca culpables. Equivocarse forma parte del camino.
Habla claro, sin rodeos, y sabe iluminar cualquier día gris con una sonrisa… las jornadas difíciles se superan mejor a su lado.
Junto a él celebro cada pequeña victoria, y a su lado afronto con tranquilidad incluso los desafíos más complicados porque se que está para echar una mano.
Es alguien que se ha ganado por méritos propios el respecto, la admiración y el afecto sincero de quienes compartimos el día a día con él.
No solo es un gran profesional; es, por encima de todo, una gran persona.
Este, es mi compañero.
Y ojalá pueda ser yo ese compañero para él.